Hay que poner atención al camino entre Xicotepec y Tlaxcalantongo, un agradable y caluroso trayecto lleno de vegetación. No hay que perderse las pahuas (los aguacates de la sierra poblana) y los chalahuites (esas vainas que en su interior guardan semillas algodonadas). Y mientras los árboles tiran fruta y las gallinas andan sueltas, en los patios de las casas se miran granos de café secándose al sol. No se olvida, a la orilla de la carretera, una breve iglesia por la que detrás se asoman las montañas apresuradas. Es la Iglesia de Santa María de Guadalupe, en Ahuaxintitla.