Es uno de sus templos más significativos, ejemplo notable de la arquitectura religiosa del siglo XVI. Fue construido por orden de fray Gerónimo de Mendoza en 1556, y se trata del templo católico más antiguo en el noroeste de México.
Un aspecto peculiar de su construcción es que el techo ha desaparecido, y la razón de ello fue el deterioro de sus contrafuertes, lo cual provocó que se vinieran abajo también sus paredes en 1946. Luce columnas de estilo jónico y remates barrocos; los arcos, que daban acceso a su nave principal, ostentan curiosas hojas de palma moldeadas con argamasa.
